ISLANDIA 2022: Esquí de travesía en Islandia
14 de abril de 2022, empieza nuestro viaje de esquí en Islandia. El proyecto: esquiar descubriendo este país rebosante de una naturaleza impactante.
14 de abril de 2022, empieza nuestro viaje de esquí en Islandia. El proyecto: esquiar descubriendo este país rebosante de una naturaleza impactante. Entre ballenas, volcanes, montañas, aguas termales, cascadas... Sabíamos que este pedacito de isla bien merecía un viaje.
RESUMEN DE NUESTRO ITINERARIO
Día 1: Viaje a la península de los Trolls
Días 2 a 5: Esquí y turismo entre la península de los Trolls y el lago Myvatn.
Día 6: Visita de las cascada de Dettifoss y Selfoss y viaje a Seydisfjordur
Día 7: Esquí sobre Seydisfjordur y viaje al sur
Días 8 a 11: Regreso a Reikiavik visitando el sur (los mejores lugares: Diamond beach, Vestrahorn Mountain, Glaciar de Jokulslaron, playa de Reynisdrangar, las cascadas de Skogafoss y Gljufrabui, volcán Eldfjallaferdir)
Me presento rápido: me llamo Emily, tengo 24 años, soy esquiadora alpina y compito con el equipo de Francia de esquí alpino. Tras una temporada de competiciones muy intensa, quería encadenar enseguida con un proyecto de esquí y viaje tras las últimas carreras de la temporada, para aprovechar a tope la primavera y esquiar por placer y para descubrir lugares nuevos. Después de 3 años sin salir de Francia por la crisis sanitaria, me moría de ganas de viajar. Con Arthur, fotógrafo profesional y esquiador, soñábamos con ir a esquiar en un país rodeado de mar con lugares bonitos que descubrir. Islandia era un país que nos atraía muchísimo. Sabíamos que ahí había mucho que esquiar, y que era un destino fabuloso para la fotografía, con sus paisajes y su naturaleza atípica. Así que sin dudarlo un segundo compramos los billetes para Reikiavik.
Organizamos nuestro viaje de forma muy minimalista antes de marcharnos, primero por falta de tiempo, pero también porque queríamos tener la libertad de formar nuestros planes ahí mismo directamente según las condiciones, lo que nos contara la gente que conociéramos y lo que nos apeteciera a cada uno. Solo reservamos de antemano el coche de alquiler y recopilamos algo de información sobre los mejores sitios para hacer esquí de travesía y sobre las condiciones. Al principio queríamos hacer el viaje en una furgoneta camperizada, pero después de comparar precios vimos que nos salía casi igual que durmiendo en casas de huéspedes. Y como teníamos que cargar las cámaras de fotos y vídeo todas las noches para inmortalizar las imágenes, elegimos la segunda opción.
LAS CONDICIONES METEOROLÓGICAS Y DE NIEVE
El final de abril es casi el principio del verano en Islandia. Los días alargan y el sol se hace más fuerte (cuando las nubes le dejan asomarse), pero en general todavía se esquía bien. El tiempo en Islandia es bastante caprichoso, pero todo el año es así, y el tiempo cambia por momentos. Una semana antes de ir para allá, nos enteramos de que habían caído 50 cm de nieve fresca. Vimos algunos vídeos que nos pusieron los dientes largos y ya nos veíamos volando sobre nuestros megaesquís de 90 mm en el patín (sí, digo bien «megaesquís»: no olvidemos que estoy acostumbrada a los ultraligeros). La primera noche, cuando llegamos, enseguida nos dimos cuenta de que habíamos flipado un poco la semana anterior. Islandia nos recibió con un «tiempo típico islandés» según el piloto de nuestro avión. Ráfagas de más de 100 km/h y cortinas de lluvia, vamos, un tiempo de mil demonios. Enseguida nos dimos cuenta que el viaje se nos haría muy largo si el tiempo no cambiaba en esos 10 días. Empezábamos a preparar ya nuestra tabla Excel para hacer el seguimiento de las pruebas de rendimiento de nuestras capas Gore-Tex. Cuando de repente, para nuestra felicidad, la tormenta escapó y dio paso a un cielo cubierto con algunos claros, y así se quedó durante casi todo el viaje.
Con las temperaturas más suaves y la humedad del mar, la nieve se transformó en nieve primavera. Estaba bastante estable en general, pero cuando salía el sol enseguida calentaba las vertientes sur.
[Un pequeño inciso: justo después de las nevadas de la semana anterior, hubo varios aludes que se llevaron por delante a esquiadores. Los lugareños nos explicaron que con la humedad constante del invierno, la nieve vieja se apelmaza y da paso a una superficie dura, que hace que con cada nueva nevada, la capa fresca se deslice fácilmente.]
LOS MEJORES LUGARES
Toda la gente que conocíamos que había ido ya a esquiar a Islandia nos aconsejaba ir al norte, a la península de los Trolls, entre Akureyri y Siglusfjordur. Aquí es donde las cumbres son más accesibles tanto por la aproximación como por la carretera para llegar ahí. En cuanto llegamos nos dimos cuenta de que estaban en lo cierto. Había un montón de pequeñas cumbres con nieve que llegaba hasta la carretera al borde del mar. Así que podíamos prepararnos itinerarios desde la carretera, ¡y en todas las salidas veíamos de fondo el mar! Además, hay muchos túneles que conectan los distintos fiordos, lo cual nos abría el campo de posibilidades a nivel deportivo. La única pega del norte es que, como es la región donde más desarrollado está el esquí en Islanda con estaciones pequeñas, es también el lugar para hacer heliesquí. Así que es habitual ver helicópteros despegar y aterrizar en las cumbres de la zona.
Las otras regiones que nos atraían eran el noroeste y el este. El noroeste se caracteriza por ser aún más salvaje, y ofrece buenas bajadas al mar, pero enseguida nos avisaron de que hubiéramos necesitado más tiempo para ir ahí. De hecho, hay menos carreteras y los accesos son más complicados, sobre todo en primavera, cuando no están totalmente despejados de nieve. Nos habían aconsejado mucho ir al este, con pasillos que bajaban hasta el mar y pueblos bonitos en los fiordos, pero ya nos avisaron de que cada fiordo está bastante enclavado.
Como solo teníamos 10 días ahí, elegimos la opción más sencilla, que era pasar la mayoría de nuestros días de esquí en el norte, para después seguir nuestra ruta hacia el este. Siguiendo los consejos de Mathéo Jacquemoud, llegamos al pueblecito de Seydisfjordur la segunda semana de nuestro viaje. Aquí empezaba a haber menos nieve que en el norte. Para hacer una cumbre con vistas al mar, había unos 400 m de aproximación para ponerse los esquís. Afortunadamente para nosotros, las cumbres ascendían hasta 1200 m a nuestro alrededor, así que aun con todo pudimos disfrutar un poco de la nieve. Aquí la ventaja es que, por la dificultad de la aproximación y por el enclave del pueblo, teníamos una sensación aún mayor de soledad. Hasta tuvimos la suerte de ver un rebaño de renos salvajes.
El resto del viaje lo pasamos recorriendo las costas para dar la vuelta a la isla deteniéndonos en los lugares más emblemáticos del sur. Aquí los glaciares, playas negras, cascadas y volcanes están servidos.
LO QUE MÁS NOS LLAMÓ LA ATENCIÓN
- Los precios
Ya nos habían avisado antes de ir de que Islandia es caro, pero no estábamos realmente preparados para esos precios exorbitantes. La realidad fue como una bofetada ya la primera noche: dos wraps y dos compotas para cenar nos costaron unos 30 euros. Enseguida nos pusimos de acuerdo para tratar de limitar al máximo nuestras compras, cocinando nosotros mismos y comiendo bocatas. Lo que más nos chocó fue ver que el queso vegano (sí, vegano) era más barato que el queso de verdad, y aún no lo terminamos de entender.
- La ausencia de población
370 000 habitantes, y tres cuartas partes de ellos concentrados en torno a al capital, Reikiavik… ¡Efectivamente, es un país muy poco poblado! Podíamos conducir horas y horas por carreteritas sin cruzarnos con nadie. ¡Así que hay que tener cuidado de llenar el depósito del coche para no quedarse tirado en medio de la nada! Esa baja densidad de población todavía hace mayor la sensación de inmensidad y pureza de la naturaleza de este país. Ese aspecto salvaje es muy apreciado por quienes practican el outdoor. Pero nos dimos cuenta de que la mayoría de la gente que conocimos en nuestro viaje eran extranjeros. Nos dio un poco de pena no estar más en contacto con la población local.
- Una fauna discreta pero sublime:
En Islandia son raros los animales originarios de la isla. La mayoría de ellos fueron introducidos por el hombre durante el siglo XII. La riqueza de la fauna reside mayoritariamente en las aves. Aparte de las aves, encontramos muchos caballos, se pueden ver ballenas durante las épocas más suaves (el final de la primavera y el verano son los mejores momentos: tuvimos la suerte de ver ballenas XXXS, pero en abril es bastante raro verlas). También tuvimos la suerte de encontrarnos cara a cara con elands islandeses durante una salida de esquí muy temprano.
- El contraste de paisajes
Como hay mucha carretera que hacer en coche, enseguida te das cuenta de que la decoración cambia rápido. Pasas de tierras volcánicas oscuras y desérticas a glaciares imponentes, de colinas verdes a montañas nevadas. Una gran diversidad que hace que las horas de carretera sean fáciles y agradables. El consejo es, si no la has visto, ver la película «The secret life of Walter Mitty», descargarse la playlist, y ponerla a todo volumen durante tus trayectos por Islandia: toda una inspiración.
Todo este artículo para decir que Islandia es bonita. Muy bonita. ¡Incluso diría que suuuuuuuperbonita!
No es necesariamente el destino de esquí más preciado, y ciertamente no se puede comparar con los Alpes o Noruega. Pero es un país donde se pueden vivir aventuras mágicas y sentirse como en otro planeta. Diez días es el mínimo imprescindible para disfrutar de este cachito de isla, y una cámara de fotos de calidad es casi una herramienta indispensable para maximizar los recuerdos de estos paisajes majestuosos.
Volvimos con un montón de recuerdos y muchas ganas de volver. Gracias a los socios que nos acompañaron en este proyecto —entre ellos Julbo— sin quienes esto no hubiera sido posible.